jueves, 8 de diciembre de 2016

Carlos Forets (1959 - 2016)



Hace unos meses, una seguidilla de correos electrónicos nos informaban del fallecimiento de Carlos Forets, con la consternación que emanaban de ese mensaje muchos de nosotros fuimos subiendo palabras de dolor, el eterno pedido de descanso para él y la fortaleza para la hermosa familia que había formado. 

Es de reconocer que nos pegó fuerte la noticia, porque muchos de nosotros compartimos momentos importantes en vida, porque algunos lo conocíamos desde el colegio primario, porque otros supimos que el día anterior había sido su cumpleaños número 57; y porque todos coincidimos que era una muy buena persona, un excelente amigo y padre de familia. Entre esos correos algunos, fuimos trayendo alguna que otra anécdota, que transcribo a continuación a modo de homenaje:



Escribía Mengano:

De esta forma, siempre sonriendo lo conocí cuando llegué al San Román (recuerdan en 4to. año) mudado de Rio IV. Me recibió e integró rápidamente, me abrió las puertas de su casa. Como no recordar el café con leche con tostadas gigantes y manteca que nos preparaba su vieja.  Con el borracho y el pollo lo ayudamos a entrenar para su ingreso a la Fuerza Aérea, (recuerdan que estaba bastante gordito cuando terminamos 5to. año). Al año siguiente nuevamente fue quien me recibió en Córdoba cuando yo decidí entrar a la Escuela de Aviación.

Tuve la suerte de compartir destino con él y su hermosa familia en Comodoro Rivadavia donde estuvimos juntos no solo en el trabajo sino que fuimos vecinos y más que nunca amigos.

Aquel caballero que ustedes conocieron nunca cambió. 

Es mi forma de recordarlo con ustedes en este grupo.

Partió un amigo


Una semblanza escrita por el Borracho:

Estábamos todos en quinto año, y con Claudio C, habíamos ideado el cantito de cancha Carlitos HDP, en honor al profe de Contabilidad y zapatero (a) Carlitos; que cantábamos en voz baja antes de que llegara a dar clase. Cómo toda picardía tonta, esa canción que nos ayudaba a sobrepasar el miedo que le teníamos, se convirtió inexplicablemente en un hit.
Pasaron los días y esa canción, en un recreo largo fue entonada por algunos compañeros de 5 A en el aula, con tan mala suerte que fue escuchada por César Cagliolo; como era de esperar habría ejemplares y crudas represalias para los cantores; se estaba insultando a un docente del establecimiento, el veredicto pasaría por la expulsión de los alumnos identificados en el hecho.
Inmediatamente Carlos Forets, nuestro gran amigo, dijo que el insulto era para él, que era una cántico que le cantaban para cargarlo, así bajarle la pena a los imputados, fue y lo repitió ante todas las autoridades, que por supuesto no tuvieron más remedio que creerle, y dejar convida (24 amonestaciones y media) a varios compañeros, entre ellos al Gaina y Cañon (según testimonios). Pero en los hechos acaecidos, dos compañeros tuvieron que abandonar el colegio, el “Negro S” y el “alemán B”, quienes si bien fueron encontrados entre los compañeros cantores, no cantaron o nunca quisieron reconocer su participación en los hechos; según acotara Cañon, ellos sostenían que hacían mímica y que no cantaron. Desconozco cuál fue el motivo por el cual sostuvieron ese relato al punto que tuvieron que pedirse el pase. Tampoco me explico porque el colegio avaló una versión de los hechos tan disparatada y justa por otra parte, ya que todos queríamos terminar juntos ese año y recibirnos de Perito Mercantiles.
Carlos fue nuestro único héroe en este lío, como diría el Indio Solari, recuerdo como final de la anécdota, que en la votación del mejor alumno, salió elegido por unanimidad porque tanto los compañeros de 5º A como de 5º B decidimos votarlo y darle esa distinción; derribando la separación que existían entre los cursos.
Otras anécdotas personales me acompañaron desde la primaria donde lo conocí, habitualmente charlábamos por correo privado de Facebook. Me llevo su eterna sonrisa, su optimismo, en mi memoria me llevo el tipo que saludaba a todas las personas que se cruzaba en el camino con un buen día y una sonrisa, sea este un colectivero, un compañero de trabajo, un jefe o un amigo.
Mañana cuando salga a la calle, con el pesar de su pérdida, en su honor saludaré con un buen día a todo aquel que me cruce y de esa manera podré abrazarlo una vez más.
Mis mejores deseos para su familia
Hasta siempre, Carlos!!!!!!!!!


Cañon lo recuerda con una anécdota de la adolescencia:

Cumple de 15 (creo que la hermana de Alejando G, actual esposa del amigo Fernando A), se agarró tal borrachera que decidimos con otros dos compañeros más llevarlo a su casa (creo que los convocados fueron Dongo y el Pollo), tenía tal mama que se quería subir al techo del taxi. 
Una vez introducido a la fuerza (lo agarre poco menos que de la solapa del traje y lo revolee adentro), llegamos a la casa, lo queríamos dejar un tiempito en la puerta para que tomara aire y le bajara la borrachera, y al atorrante éste no se le ocurrió mejor idea que empezar a gritar:  ¡¡¡Quiero ir a coger al Tigre!!! (sic)
Pasados uno minutos, tratando de callarlo y sin saber que hacer, una vecina levanto la persiana y nos dice: -Metan ese pobre chico adentro de la casa. 
Había un pequeño problema, Carlos vivía en un departamento al fondo de un largo pasillo, se imaginan los 4 tratando de llegar a destino por ese estrecho camino, lo logramos pero en el trayecto fue pateando cuanta maceta se le ponía al lado y siempre gritando ese grito de guerra: ¡¡¡Quiero… 
Cuando llegamos a destino, le pudimos sacar la llave de adentro del traje, abrimos la puerta, con alguna dificultad pudimos meterlo adentro de su casa, y le revoleamos la llave por arriba de la pared que daba al pasillo. 
El lunes cuando le conté la anécdota en el cole no se acordaba de nada. Anécdota que invariablemente recordábamos en alguna sobremesa de algún encuentro de egresados.


A estos recuerdos se unieron muchos correos, de otros compañeros, que reflejaron lo que sentimos por un amigo entrañable que ya no estaría más entre nosotros.

Foto sacada de la portada de Facebook de su hija Coty
 

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