Todo comenzó hace unos años, cuando en una cena de egresados, charlábamos de los tiempos que nos tocó vivir, recordamos nuestra adolescencia en medio de los gobiernos de Isabel y el Proceso, también recordamos Malvinas como paso previo a la llegada de la democracia. Ahí se me ocurrió preguntar si habría algún exalumno que le haya tocado estar en el conflicto; Claudio C comenta que un vecino suyo estuvo en el hundido Crucero General Belgrano, y que era una de las víctimas. La conversación siguió perdiéndose en varios recuerdos y anécdotas.
Este año, cumpliéndose los 40 años de Malvinas, volví sobre ese recuerdo. Busqué en la página del colegio y se hacía mención a esa fecha, pero esta vez no había nada que recordara a algún ex alumno que haya participado en el conflicto; aunque en sus paredes hay una placa en su honor, como me comentara el ex alumno Luis Greco al momento de acercarle estas líneas. Es de suponer que no es el único, pero bien vale empezar conocerlo para poder recordarlo en estas fechas.
En estos días, me volví a comunicar con Claudio, y rememorando esa conversación, me acercó el apellido, Sevilla.
Ahí fui a buscar a la página oficial del Ministerio de Defensa, donde constan todos los caídos en el conflicto; allí estaba su nombre:
Sevilla, Gerardo Esteban / Buenos Aires / CAPITAL FEDERAL / GU TC
De distintas crónicas periodísticas, que por estos días evocaron el hundimiento y del testimonio directo de varios veteranos de guerra y sobrevivientes del Belgrano, he tratado de reconstruir esos últimos momentos.
El hundimiento
Cerca de las 20 horas de ese 1ro de mayo de 1982, mientras navegaba cerca de Isla de los Estados, el "General Belgrano" había recibido órdenes para sumarse a una maniobra de pinzas que se abalanzaría contra los británicos desde el sur. El portaaviones "Veinticinco de Mayo" lideraría el otro brazo de la operación. Pero este plan fue cancelado por las condiciones que impedían operar a los aviones embarcados en el portaaviones y el crucero emprendió el regreso en sentido al continente.
Ese 2 de mayo, el viento azota al buque en el mar austral. El cielo se ennegrecía, el pronóstico meteorológico indicaba que esas condiciones climáticas se mantendrían por doce horas más. El ARA General Belgrano se encuentra navegando en Latitud 55°24'S y Longitud 61°32′ W.11 Coordenadas: 55°24'S 61°32'0, fuera de la zona de guerra establecida; navegaba sin saber que era asediado por un Submarino inglés, desde el día anterior.
El veterano de guerra, Vicente Oscar Gigli, ex guardiamarina, relata en un cuento de su autoría que se publicara en el portal El Malvinense, lo siguiente:
“(…) me dirigí tomar mi guardia. Al llegar encontré que mi relevo, el guardiamarina más antiguo de la dotación, el Sr. Guardiamarina “Torlaschi Emilio Carlos” me sorprendió estudiando, estaba repasando análisis matemático, para un curso que deseaba hacer.
- ¿Qué hace Michi (seudónimo de Guardiamarina en la Armada Argentina), estudiando cuando estamos en pleno crucero de guerra?-
Sonriente me contestó – Lo que pasa señor es que está todo muy tranquilo y estudiar me ayuda mucho…-
-De acuerdo, pero, Michi exagera, es domingo y esta mañana estuvimos en alarma real de combate .... bueno, creo que lo envidio, pues en lo personal no si en estos momentos yo pueda leer algo.-
Me iba a responder, sin perder la sonrisa cuando de repente. .... sentimos un ruido sordo acompañado del corte repentino de la luz, un olor a azufre invadió el cuarto, no se escuchaban voces, hubo un instante de silencio, creo que todos en ese momento sabíamos que nos había tocado un torpedo, instante después un segundo torpedo nos estalló, con la sensación de que el buque chocara con una pared; esta vez se apreció una marcada escora (inclinación) a babor.
Alguien grito -¡torpedo!!,- en seguida se empezaron a mezclar opiniones y órdenes, pero no había pánico, quizás nerviosismos.
-¿Señor que zafarrancho debemos tomar? – me preguntó Torlaschi, con total serenidad y tranquilidad, su consulta sonó más académica que nerviosa.
Le respondí en el mismo tono – Torlaschi, este buque no tiene capacidad anti submarina, no podemos responder al ataque de un submarino, creo que debemos cubrir zafarrancho de siniestro y abandono. – dicho esto nos saludamos y cada uno salió por su lado. (…)”
El comandante del Conqueror, ya había recibido la orden de la Primer Ministra Margaret Thatcher: Disparen a Hundir, la suerte del crucero estaba echada. A las 16 horas, dos torpedos MK38 con diferencia de un minuto, habían impactado en el buque.
El Sobreviviente y Veterano de Guerra, Nilo Navas, nos narra su experiencia en su Facebook, a modo de diario:
“(…) a las 16 hs se produce el primer impacto… 16.01 el segundo… y ve como el BELGRANO se eleva del agua rápidamente (…) a bordo del BELGRANO, la conmoción es general, se corta la energía eléctrica, el buque se ladea por babor y todos caemos al suelo… cuando intentamos ponernos de pie, atónitos por lo sucedido, se produce el segundo impacto… es claro que el ataque es submarino... salimos a cubiertas exteriores y esperamos directivas, al lado de las balsas respectivas... en tanto, escenas complicadas se observan en cubierta, heridos y quemados por doquier, ellos están viniendo de cubiertas bajas... abundan los actos heroicos, los cuales representan la diferencia entre vivir y morir...
A las 16.23, el comandante BONZO da la orden: ABANDONEN EL BUQUE... las balsas nos esperan y con esa situación, todo lo desconocido que estábamos a punto de comenzar a vivir, para algunos, verdaderas pesadillas a la deriva; otros tripulantes ya eran HEROES de MALVINAS... (…)”
En los relatos de esos minutos queda los testimonios de los veteranos de guerra y sobrevivientes del Belgrano, el suboficial Ramón Barrionuevo (VGM) y su comandante Capitán de Navío Héctor Bonzo (VGM), quien falleciera en el 2009, escribió un libro (llamado ‘1093 tripulantes del Crucero A.R.A General Belgrano’):
“(…) Estaba tratando de largar una balsa que había quedado trabada a bordo. En eso, en medio del viento, la noche, del frío, escucho una voz que me grita:
-¡Vamos, señor comandante!
El buque estaba en 35 grados de inclinación. Las cubiertas estaban llenas de petróleo. Un momento tremendo. Al principio no lo reconocí. Era un suboficial que vio a su comandante y dijo ‘yo me quedo con él’. Cuando lo quise convencer de que se largara, no aceptó. Le ordené que se tirara al agua. Era la orden su comandante había dado y que él tenía que cumplir: ‘abandonar el buque’. Y él me contesta algo en que, pasado el tiempo, sigo pensando:
-No señor comandante: si usted no se tira, yo tampoco. (…)”
Quedarán para la posteridad la fotografía que los muestra a punto de arrojarse al mar cuando ya todo estaba perdido.
El entonces Guardiamarina Gustavo Castillo (VGM), compañero de promoción y sobreviviente del naufragio, evocará años más tarde:
“(…) me dirigí al camarote que compartíamos entre seis compañeros de promoción, y me encontré con Gerardo (Sevilla), quien aprovechaba esos momentos de descanso, escribiéndole una carta a su querida madre. Dejé mi equipo sobre la cucheta y me despedí de él para ir a tomar un café en la Cámara de Oficiales. Nunca más lo vi con vida. Allí lo sorprendió la fuerte explosión del torpedo que impactó en la proa, y si bien estuvo atrapado un tiempo sin poder salir de ese lugar, finalmente logró dirigirse a su puesto de abandono para cumplir su deber y hacerse cargo de su balsa salvavidas. Las circunstancias lo ubicaron en una balsa dañada y con escasos ocupantes, que sufrieron intensamente los embates del mar. (…)”
A su vez, Vicente Oscar Gigli (VGM), nos relata el momento de abandono del barco:
“(…) De repente busqué mi balsa asignada, como oficial era el comandante de la misma. Me llevé una de las sorpresas más grande de mi vida, pues pese a que había dirigido la maniobra de varias balsas, la tripulación de mi balsa estaba esperando serena, que yo dirigiera la maniobra de la misma, no había pánico, solo una serena disciplina para cumplir con las normas pre establecidas para zafarrancho de abandono. Esta actitud fue la que predominó durante el hundimiento. Una actitud de la que hasta el día de hoy me siento orgulloso de haber pertenecido, de haber estado juntos a hombres que demostraron el valor la serenidad y la entereza necesarias para efectuar un abandono en done el objetivo era salvar la mayor cantidad de vida posibles. (…)
En ese momento escuche que me llamaban era el Rr. Guardiamarina Sevilla Gerardo Esteban, mi ayudante, estaba en una balsa con el techo desinflado, a no más de 20 metros, me pedía ayuda, que no se sentía bien, le pedí que viniera nadando hasta mí, me hizo saber que tenía miedo de no llegar y al frío del agua. En medio de eso la escora se incrementó más, la culata de la 2da torre estaba metros de nosotros se nos venía encima el buque nos iba aplastar, seguí remando sin decir nada al interior de la balsa. (…)”
Nilo Navas (VGM), en su diario, nos comenta el momento del hundimiento:
“(…) sobre las 17hs... el BELGRANO inicia su última navegación, el lecho marino de más de 4.000 mts de profundidad lo espera... los 13.500 toneladas de desplazamiento y las más de 9.000 toneladas de agua que embarco, hacen que el descenso sea inevitable hacia las profundidades; sin embargo, dicho viaje es lento y pausado, como no queriendo llevarse balsas en su nuevo rumbo... "SEAN ETERNOS LOS LAURELES QUE SUPIMOS CONSEGUIR"... las balsas y sus tripulantes miran por última vez al gigante de acero...VIVA LA PATRIA..VIVA EL BELGRANO… fueron las exclamaciones que se escuchan del interior de las balsas... "OH JUREMOS CON GLORIA MORIR..." (…)"
Ramón Barrionuevo (VGM), rememora ese momento:
“(…) Para la Armada, el Belgrano ha sido la nave insignia. En ese barco no había gente mediocre, solo había gente que quería estar (…) era tan noble que, al hundirse, debería haber generado un fuertísimo efecto remolino que iba a tragarse todo lo que se encontrara en la superficie. Pero no pasó. (…)”
Vicente Gigli (VGM), nos cuenta sus vivencias:
“(…) -¡Se Hundió el Crucero!!!!- me preguntaban desde dentro de la balsa.
Recuerdo que solo moví la cabeza en forma afirmativa, pasé al interior de la balsa. Algunos creyeron y yo lo pensé en un principio que las explosiones que sentíamos debajo nuestro eran la respuesta de nuestros destructores contra el submarino, pero por la forma, la cadencia de las explosiones sabíamos que no eran cargas de profundidad sino el contacto del agua fría con las altas temperaturas de las calderas. Un grito me saco del letargo era el Sr.Guardiamarina Belikow Alejandro, quien se amadrinó a nuestra balsa, nos juntamos a otras, por doctrina era conveniente estar atadas, así facilitaríamos nuestra detección desde el aire. También mejoramos la distribución de tripulantes por balsas, la del Guardiamarina Belikow, estaba casi vacía mientras que la mía sobrepasaba la dotación estipulada, mientras hacíamos esto, busque al Guardiamarina Sevilla, sin suerte, el viento era cada vez más fuerte y más altas las olas y lo peor, que para esa época del año y latitud, oscurecía muy temprano. Su cuerpo fue sin vida encontrado y rescatado de la balsa del techo desinflado, fue inhumado en tierras de su Patria. (…)”
Nilo Navas (VGM), por su parte nos narra:
“(…) nuestro buque ya se fue, estamos solos, el temporal y la noche nos esperan, las balsas comienzan a galopar en las olas. Distintas escenas se viven en sus interiores...las balsas, con capacidad para 22 personas tendrán que hacer lo suyo… proteger a los tripulantes... prevalece el espíritu de buque, de solidaridad, de coraje, valentía y de honor (…)
En la noche del 2 al 3 de mayo, el temporal fue mucho peor de lo imaginado en los peores sueños, el azote del viento y de las olas, que recibieron las balsas, fue duro y continuo. El miedo, el llanto, la risa, los rezos y mucho más… fueron el común denominador... pero, no había que dormirse, no había que bajar los brazos… teníamos una oportunidad y la teníamos que aprovechar... los actos de grupo prevalecen en la noche… resurge el espíritu de buque, los objetivos grupales están por encima de los personales, no hay lugar para mezquindades... así lo entendemos… hace más de 36 horas que estamos a dieta, sin probar bocado alguno… con la llegada del día, los ánimos aumentan, la furia del temporal de la noche quedó atrás... en el mediodía, se lanzan bengalas ante la presencia de un avión de la ARMADA NEPTUNE que sobrevuela la zona, al límite de su autonomía de combustible... estamos a 100 km del lugar del hundimiento… el viento y las corrientes marinas nos llevan hacia la ANTÁRTIDA... (…)”
Para ese entonces, el 3 de mayo de 1982, la búsqueda infructuosa de náufragos de ARA CRUCERO GENERAL BELGRANO se realiza con los buques argentinos, que se encuentran en la zona, el Piedrabuena, el Bouchard, el Gurruchaga, el Bahía Paraíso, al que se suma el buque polar chileno Piloto Pardo y el pesquero soviético Belokámensk. Las primeras balsas son divisadas y rescatadas, operativo de rescate que se prolongará por varios días más.
El Bahía Paraíso sería el encargado de rescatar su balsa, como nos comentara Gustavo Castillo (VGM):
“(…) Luchó contra la tempestad y el frío extremo, manteniendo a fuerza de coraje y con gran dificultad, su balsa parcialmente inflada. Aun así, las largas horas de exposición al frío se fueron cobrando las vidas de estos hombres, uno a uno. Finalmente, cuando el Transporte Polar A.R.A. “BAHÍA PARAISO” logra rescatarlos, más de 48 horas después del hundimiento, ya era tarde para los integrantes de esa balsa. Gerardo había luchado hasta el final, expuesto a la intemperie y blandiendo una linterna que señalaba su posición en el mar para facilitar la búsqueda. (…)”
Gerardo Esteban Sevilla, un héroe de Malvinas
Guardiamarina Gerardo Esteban Sevilla, caído en Malvinas y ascendido post-mortem a Teniente de Corbeta, pertenecía a la promoción 110° de la Escuela Naval Militar.
Nació un 24 de agosto de 1960 y vivió “casa de la calle Tte. Gral. Pablo Richieri, en el barrio River, en su formación concurrió al Instituto San Román” como lo indica las crónicas consultadas.
Su familia donaría su uniforme de cadete a la Escuela Naval Militar (ESNM), en un acto donde también participaron sus compañeros de la Promoción 110, en el año 2015.
Al cumplirse los 35 años de la Guerra de Malvinas y del hundimiento del Crucero General Belgrano, en el colegio se puso una placa recordando su paso por sus aulas, un 2 de abril de 2017.
También ese año, en su honor, el 24 de mayo de 2017, se erigió una placa recordatoria en la plaza Fleming (Av. Lidoro J. Quinteros y Rafael Hernández), en una ceremonia que contó con la presencia de familiares, amigos, vecinos, compañeros de promoción, autoridades de la Comuna 13 y de la Asociación de Vecinos del Barrio.
Termino de escribir esta crónica, esperando haber podido simplemente homenajear a un ex alumno sanromanense, para que sea conocido por todos nosotros, y con él a todos los Héroes y Veteranos de la Guerra de Malvinas para que cada 2 de abril y en especial cada 2 de mayo honremos su memoria.
![]() |
Gerardo Esteban Sevilla |
![]() |
Placa Homenaje en la Plaza Fleming |
![]() |
El hundimiento del ARA General Belgrano |
![]() |
Barrionuevo (VGM) y Bonzo (VGM) antes de abandonar el barco |
![]() | ||
Balsa a punto de ser rescatada por el ARA Gurruchaga |
![]() |
Fotos del rescate de Balsas (Gaceta Marinera) |
![]() |
Nilo Navas (VGM) a 40 años del Hundimiento - Bahía Blanca |
Un especial agradecimiento a todos los que ayudaron a completar esta historia, a Claudio C que me acercó el nombre y su recuerdo, a Luis G que me comentó de la placa luego de la primera publicación de la historia, a Horacio S. que me alentó con la investigación, y a Gustavo F, quien habiéndose jubilado de la Secretaría del colegio me consiguió las fotos de la placa que acompañan esta entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario